El cáncer de ovario es una enfermedad en la que se forman células malignas (cancerosas) en los tejidos de los ovarios, que son órganos reproductores femeninos ubicados en la pelvis. Cada ovario tiene el tamaño y la forma de una almendra y es responsable de producir óvulos, así como las hormonas estrógeno y progesterona.
Existen varios tipos de cáncer de ovario, y estos se clasifican según el tipo de células donde comienza el cáncer. Los principales tipos incluyen el cáncer epitelial de ovario (el más común, que se origina en las células que cubren el exterior del ovario), el cáncer de ovario de células germinativas (que se origina en las células que producen los óvulos) y el cáncer de ovario estromal (que comienza en las células que producen hormonas y sostienen los tejidos ováricos).
Los síntomas del cáncer de ovario pueden ser muy sutiles y a menudo no son específicos, lo que dificulta su diagnóstico precoz. Los síntomas pueden incluir hinchazón o hinchazón abdominal, sensación de saciedad rápida al comer, dolor en el área pélvica, cambios en los hábitos intestinales, y una necesidad frecuente de orinar.
El cáncer de ovario es particularmente peligroso porque frecuentemente no se diagnostica hasta que está en una etapa avanzada. Las opciones de tratamiento generalmente incluyen una combinación de cirugía y quimioterapia. La cirugía puede implicar la extirpación de uno o ambos ovarios, y en casos más severos, puede requerirse la extirpación del útero y las estructuras cercanas. La quimioterapia se usa para matar o reducir el tamaño de los tumores y disminuir la posibilidad de que el cáncer se propague.
La detección temprana es crucial y puede incluir exámenes pélvicos regulares, pruebas de imagen como ultrasonidos o tomografías, y pruebas de marcadores tumorales como el CA-125. Sin embargo, estos métodos no siempre son concluyentes para el diagnóstico de cáncer de ovario en sus etapas iniciales. Por ello, se está investigando en la mejora de las estrategias de detección y en tratamientos más efectivos.